miércoles, 10 de febrero de 2010

Antecedentes. Parte I.

La cocina es una de las pasiones de mi vida. No siempre la he tomado en todo lo serio que esta cosa -que no se de que manera llamarla- merece. Me sigue dando momentos extraordinarios. Y me ayuda con la soledad. Vengo de una familia donde la cocina siempre ocupó un lugar primordial.

Mi madre y mis dos abuelas fueron grandes cocineras. Mi madre, claro, Mercedita Pérez Correa, fue una excelente cocinera, pero primordialmente una hallaquera insigne. Y puedo decir, sin ningún temor, que tuvo mucho que ver con la consolidación de la tradición de la receta de la hallaca caraqueña.

En efecto, Magdalena, una señora de Guiria, fue una de las cocineras que trajo a nuestra casa Candelaria Cañone, también de Guiria, cocinera a su vez, que vivió con nosotros un largo trecho de su vida y la nuestra y se convirtió en una gran cocinera. Llegó muy joven, allá por el 1953, y estuvo acompañando a Mercedita hasta la década del 70, cuando se fue a vivir con sus hijas, ya crecidas, quienes disfrutaron a su vez del privilegio de una madre cocinera. Magdalena aprendió de mi mamá y de Candelaria la sazón y la técnica de las hallacas caraqueñas.

Años después, el conocido cheff Armando Scannone la empleó como cocinera y vació sus recuerdos en su excelente tratado de cocina venezolana. Transmitiré aquí la receta de las hallacas de Mercedita, que viene pasando de mano en mano en mi familia desde hace muchos años.

Mi abuela paterna, Clara Luisa Mendoza de Parisca, Bebebe, como la llamábamos sus nietos, fallecida hace muchos años, en 1950, cuando pasó en casa parte de su última enfermedad. De ella recuerdo muy poco. Pero si recuerdo bien que en medio de todo pasaba por la cocina y regañaba a mamá y a Candelaria cuando un plato no se estaba haciendo como le gustaba a Carlos, mi padre. Conservo la versión mecanográfica de su libro de cocina casera, transcrita por mi mamá. El original, escrito a mano por ella misma, es un verdadero tratado de cocina caraqueña de fines del siglo XIX. Conserva joyas culinarias descritas en el tono coloquial de lo cotidiano. Un orgullo de donde viene mucho de lo que aquí se describirá.

Mi abuela materna, mi abuelita, Mercedita Simancas de Pérez Correa. Personaje extraordinario del Barquisimeto de principios del siglo XX, hasta 1934, cuando se vino a Caracas. Conservo de ellá muchísimos recuerdos, especialmente porque fui su primer nieto (y ella siempre lo decía), para fastidio de mis hermanos. Recuerdo su carácter fortísimo, su fervorosa religión católica y su sazón. La verdadera portadora de la receta de las hallacas y de muchas otras, como la del bienmesabe, el juan sabroso y la torta melosa.


Abuelita, con mi abuelo Antonio Pérez Correa tuvieron en Barquisimeto por muchos años el Hotel Pérez Correa, en la Carrera 19. Como era entonces, estaba situado en una casa colonial de tres patios. Tenía una gran cocina que dirigía mi abuela con férrea mano. De allí viene parte de este cuento. En 1932 los Pérez Correa se vinieron a vivir a Caracas y mudaron el Hotel para una casona, hoy desaparecida por el “progreso”, situada de Zamuro a Miseria. Lo recuerdo vagamente. El Hotel desapareció por 1944. La casona en 1949.




3 comentarios:

  1. Eso hermanito.... te felicito... muy bonito tu blog y la foto con el Abuelo Pérez. Explícame como hago para colocar allí mi receta de la torta Wellington, que fue la que comiste en Navidad y que te gustó mucho.

    Sonia

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  2. Juan Carlos. Creo que llegamos de la mano de la utopìa a las delicias de la gastronomìa..salud.. Coincidimos en la facultad de ingeniería de la UCV, en los tiempos del torbellino,. allì con Klèber y otros ajedrecistas, hasta las conferencias enjundiosas de Alfredo Maneiro y otros. yo fui enviado a LUZ en Maracaibo y en tanto rodar junto a Enver Cordido, quien recientemente estará en el Olimpo, que le corresponde;.... en todo caso te reitero...salud---

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  3. amigo tengo una foto antigua del hotel perz correa ahora no se si es el de barquisimeto o el de caracas

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